Nuestro primer Jánuca con invitados. Coincidió con la visita de mis suegros y es de los pocos años que hemos aprovechado la calidez especial de éstos días para salir a pasear. Vimos un encendido de velas público, en una janukiá gigante, comimos sufganiot caseras que hice con una amiga y que quedaron de revista, y pasamos frío juntos. Fue una maravilla. El invierno es mejor con mantas, buena compañía y conversaciones interesantes y éste año lo tuvimos todo.
Fue también el primer año en la nueva casa, con nueva localización para encender las velas y también el primer año en el que Itamar encendió con fuego, del de verdad. Es tan fácil hacer a un niño feliz, y tan estresante a veces para los padres acompañarlos...
En resumen hubo luz, calor, dulzura, compañía y seguramente milagros. Porque en Jánuca siempre, aunque no lo sepamos, están ocurriendo milagros.