Sucot

Sucot
Es mi semana favorita del año y la fiesta de la alegría por excelencia. Se hace acampada todos los días durmiendo prácticamente al raso, se come fuera de casa y se construye y decora una cabaña. No se puede pedir más.
Creo que es la única fiesta judía en la que no nos libramos de ningún peligro que atentase contra nuestra identidad como nación, no hay trauma, no hay dolor. Sólo agradecimiento. Nuestro Dios, que nos sacó de Egipto, nos guió por el desierto durante cuarenta años cuidándonos como una madre cuida a su bebé recién nacido, llevándonos literalmente entre nubes, protegiéndonos de todo mal. Y eso es lo que celebramos, que su mano no se separó de nosotros. Y que confiamos en Él, ayer hoy y siempre.

¿Con qué Sucot te quedas?

sucot 2015

2015

Nuestra primera sucá: nos decantamos por lo menos práctico y lo más costoso. De madera. Nos hemos arrepentido a veces, pero cuando hace un frío que pela o un calor de infierno lo hemos agradecido mucho más.
Como fuere, montamos nuestra primera sucá a los pies de la escalera de nuestra casa, una sucá chiquitita, donde cabíamos nosotros dos y un ventilador. Una cucada.
La decoramos con detalles hechos en casa, y quedó más bonita todavía.
Durante la semana tomamos un día de vacaciones y lo aprovechamos para ir al museo de Israel, donde pasamos prácticamente todo el día. Salimos de allí cansados pero encantados con la visita.
Este año la lluvia nos esperó hasta que recogimos la sucá. Siempre me tranquiliza cuando llueve después de la fiesta, es una especie de caricia divina, al menos para mi.